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Por Otoniel Romero Gómez, artista colombiano y profesional de la ARN Colombia

La calle del zapatero, Cali, Colombia | The street in Cali where the cobbler was looking for work

Esta mañana un hombre de 80 años que pasaba todos los días frente a mi casa despertando al barrio con un grito quebrado pero sonoro ¡¡zapatoos!! ¡¡zapatoos!!! – en su carreta de madera lleva su taller para arreglar zapatos – volvió a pasar. Hace ocho días no se le escuchaba, desde el día que se anunció la orden de confinamiento en nuestras casas. Está mañana al volverlo a escuchar creí que todo ya había pasado. Sin embargo, esta danza macabra apenas está por empezar. Salí corriendo y guardando distancia, lo llame con afán y angustia , y le dije , casi suplicando, que se estaba poniendo en peligro, que se fuera a guardar, que por su edad y lo mortal del virus con los adultos, se estaba arriesgando a ser contagiado. Y levantando sus ojos azules y cansados, y mirándome con cierta concideración, me contestó: “Hijo, hace ocho días no recibo un centavo, no tengo ni para un pan, lo único que recibo me llega por el arreglo de algún zapato en mi cotidiano deambular por las calles de esta parte de la ciudad. Hace ocho días estoy haciendo caso, me estaba comportando como un buen ciudadano, pero hace ocho días que no recibo ni un centavo, la ayuda de la alcaldía no llega.” Y mirando hacia la calle vacía y dejando caer su cabeza canosa y bronceada, exclama como si pensara en voz alta: “¡¡¡No puedo esperar más!!! O me muero de hambre o me muero por el virus, no tengo ninguna otra opción. Por eso decidí volver a la calle, porqué el hambre no deja dormir. Se es buen ciudadano si se tiene la barriga llena; con hambre la vida es una illusion. ¿Qué puedo hacer?” El viejo se acomoda nuevamente la carreta sobre sus cansados hombros mientras se anuncia por los noticieros del medio día que habrá cárcel y multas para los malos ciudadanos que rompan con la cuarentena. ¿Que irá a pasar con este viejo de 80 años, que se marchó gritando, con rabia e impotencia, y que hoy en plena pandemia sale punzado por el hambre a jugar a la ruleta rusa gritando, “¡¡¡Zapatos!!! ¡¡¡Zapatos!!!” ?


Otoniel Romero Gómez

The Cobbler in the Pandemic

By Otoniel Romero Gómez, Colombian artist working for a peace process programme

Translated by Alison Menezes, University of Warwick

This morning I saw again an eighty-year-old man who used to pass by my house every day, waking up the entire neighbourhood shouting in his sonorous but broken voice, ‘Shoes! Shoes!” In a little wooden cart he brings tools for mending shoes. He hadn’t been heard for the past week, since the order to stay at home had been given. This morning, on hearing him again, I believed for a moment that everything was over. And yet this macabre dance we’re living through has only just begun. I ran out and, keeping my distance, called him over urgently, anxiously. I almost pleaded with him that he was putting himself in danger, that he should go home. That because of his age and the mortal threat of the virus he was risking infection. He raised his tired, blue eyes, and looked at me with some consideration. Then he replied, ‘Son, for the past week I’ve not received a cent, I’ve nothing to buy bread with. The only money I get is by mending shoes during my daily wanderings around the city. For the past week, I’ve paid attention, I’ve behaved like a good citizen. But for the past week, I’ve not earned a cent, and the money from the Mayor’s Office isn’t enough.’ Looking out at the empty street and letting his grey and bronzed head fall, he exclaimed as if thinking out loud: ‘I can’t do it anymore! Either I die of hunger or I die of the virus, there’s no other option. That’s why I decided to go back onto the street, because hunger doesn’t let me sleep. Good citizens have a full belly. Hunger makes life nothing more than an illusion. What else can I do?’ The old man harnessed his cart back onto his tired shoulders. Meanwhile the daily news announces that bad citizens who beak the quarantine will be fined or imprisoned. What will happen to this eighty-year-old who walked off shouting in fury and powerlessness? Who today, in the middle of a pandemic, is forced by hunger to play Russian roulette shouting, ‘Shoes! Shoes!’

Otoniel Romero Gómez, Colombian artist working for a peace process programme